Honor y horror: la dirección de la Biblioteca Nacional

Por Cesar Antonio Chumbiauca - agosto 21, 2018


(Portada del libro de David Hidalgo, recientemente publicado)
Es triste reconocer que la institución cultural más antigua de la república no llega a imponer su autoridad rectora sobre las políticas de fomento de la lectura y gestión de bibliotecas públicas. Por el contrario, las noticias que más se difunden son aquellas sobre robos, profesionales mal pagados y problemas presupuestales. A todo esto, se suma el proyecto incumplido para establecer un verdadero sistema nacional de bibliotecas. Asumir una institución con tal cantidad de problemas, como en cualquier otra entidad burocrática, es un honor y horror al mismo tiempo. Recientemente, el periodista David Hidalgo publicó La biblioteca fantasma, una extensa crónica sobre los delitos patrimoniales cometidos al interior de la Biblioteca Nacional del Perú. Ramón Mujica Pinilla, su exdirector, es el protagonista.

El bibliotecario detective
Considerado el bibliotecario detective por Hidalgo, Mujica es recordado —para bien o para mal— por su campaña para recuperar libros históricos robados y porque emprendió una cacería al interior de la misma biblioteca. Tal como se explica en el libro, Mujica estaba lleno de “ira santa” porque encontró que muchos de los funcionarios que juraban que iban a apoyarlo solo estaban mintiéndole. Durante su gestión, varios bibliotecólogos compartieron su indignación, pero todo cambió cuando el director realizó insinuaciones recurrentes en los medios sin darse cuenta de que la opinión pública echaba a buenos y malos en el mismo saco. Por ejemplo, acerca del robo de un catecismo del siglo XVIII, Mujica afirma que la persona que extrajo dicho documento “no solo se había llevado el ejemplar —como ha ocurrido en otras bibliotecas del mundo—, sino que había eliminado casi todos los rastros de su existencia, desde las fichas bibliográficas hasta el registro de la bóveda donde había estado guardado. El ladrón del libro también se cuidó de eliminar las papeletas de los investigadores que lo habían visto en años recientes. Tuvo acceso a todas las áreas. Había sido, en palabras de Mujica, un trabajo interno” (p. 15). Ante explicaciones así, los exdecanos del Colegio de Bibliotecólogos le dirigieron una carta en el 2011, indicando:

Los miembros del Consejo de Decanos del Colegio de Bibliotecólogos del Perú nos dirigimos a usted con el objeto de manifestarle nuestra preocupación por los sucesos que se relacionan con la pérdida de libros y documentos que forman parte del patrimonio de la Nación y que usted ha denunciado, a nuestro juicio profesional apresuradamente, a través de los medios, vertiendo conceptos contra una profesión que por más de medio siglo ha contribuido a servir a la patria, resguardando su valioso y preciado patrimonio cultural.

Aunque tiempo después se hizo público que un vigilante era uno de los ladrones, es obvio que detrás existía —y tal vez aún existe— una mafia sofisticada, pero el bibliotecario detective no pudo llegar a fondo por no contar con el apoyo de la justicia estatal, otra entidad que, ya lo sabemos, está llena de corruptos. Aun así, para que quien lea el libro de Hidalgo no se confunda, varios bibliotecólogos apoyaron constantemente la causa por la recuperación de los documentos perdidos y por mejorar la seguridad de las instalaciones de la BNP, donando cámaras de seguridad y brindando asesoría técnica. Para nombrar unos cuantos, estuvieron: Silvana Salazar, Nelly Mckee, Sabine Lumbreras, Alejandro Ponce San Román, Orlando Corzo...

Mujica renunciaría en el 2016 en medio de acusaciones de pésima gestión del SNB, no obstante, comunicó que se retiraba porque las denuncias sobre el robo de libros terminaron por ser archivadas y porque el Ministerio de Cultura le había dado la espalda.

Días de Mannarelli…
Un tema que no tiene que ver con el libro de Hidalgo, pero es coyuntural, es la gestión de los sueldos. El mismo Ramón Mújica advertía en el 2011: “Hay un gran prejuicio y marginación que se manifiesta en los salarios y en el clima de desencanto y depresión en trabajadores. Esto también se ve en el alto índice de deserción, pues hay profesionales de primera línea que hacen currículum un par de meses y luego se van a otras bibliotecas que les aumentan el sueldo”.

En la actualidad, Edwin Cavello Limas ha publicado para la revista Lima Gris los salarios de los principales funcionarios de la BNP. Todos pasan los 13 mil soles mensuales. La directora, María Emma Mannarelli, llega a recibir 22,360 soles. Cabe recordar que estas autoridades no fueron bien recibidas por la comunidad profesional por su carencia de formación bibliotecológica. Incluso hubo un manifiesto algo silencioso publicado por el Colegio de Bibliotecólogos del Perú que fue difundido solo después de las reacciones de descontento de estudiantes universitarios y colegas en foros y redes sociales.

Mientras tanto, un grupo de trabajadores profesionales de la BNP protestan desde hace varios meses porque les han suprimido el vale de alimentos que cubría en parte su exiguo salario. Incluso, varios bibliotecólogos contratados bajo la modalidad de terceros y que cumplen una jornada laboral como un contratado normal han esperado largos meses para recibir el pago de sus honorarios. A esto hay que añadir que, ante la alarma que cunde en la BNP, los abogados que veían los casos judiciales de la institución ante el Ministerio de Cultura fueron retirados bajo el argumento de que falta presupuesto. Los profesionales que exigen se restituya el bono de alimentos ya se han manifestado en diversos medios de comunicación, todos ellos de cobertura menor.

***
Todo este panorama es desalentador. El último capítulo del libro de Hidalgo empieza diciendo: “El Perú es un país de bibliotecarios maltratados”. Y luego hace un recuento del agobio de varios de los directores de la BNP, desde Mariano José de Arce, hasta Ricardo Palma, Carlos Cueto Fernandini y Jorge Basadre. José Carlos Mariátegui ya afirmaba hace casi un siglo: “La biblioteca nacional es la cenicienta del presupuesto nacional”. Bajo esas condiciones, el puesto de director de la BNP requiere una serie de cualidades que van desde el perfil profesional hasta el talento para negociar, capacidad para afrontar críticas, tino para comunicar y la entrega en cuerpo y alma por una causa históricamente retrasada.

César Antonio Chumbiauca

Fuentes:

Prensa

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1 Comentarios

  1. Entre aciertos y desaciertos. En el caso de la gestión del "detective de libros". Vale la pena, que el discurso se enriquezca, acudiendo a la historia oficial y la cotidiana.

    Porque también existieron incongruencias, que hasta ahora no han quedado claras. Como resulta de la siguiente nota:
    http://sitbin.blogspot.com/2016/10/desbaratando-mentiras-parte-1-los.html

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