La odisea de las bibliotecas universitarias hacia la virtualidad
Las
bibliotecas universitarias suelen ser las primeras en aplicar los últimos
avances en el campo de la bibliotecología. Al menos eso pasa en el Perú, donde
las mejores bibliotecas están en las universidades privadas y en unas cuantas
nacionales. ¿Cuál será su situación en este contexto en que la educación
urgentemente requiere adaptarse a la virtualidad? ¿Se habrán reducido los
presupuestos para suscripciones a bases de datos cuando más lo necesitan? ¿Cómo
estarán apoyando remotamente la docencia y la investigación? ¿Estarán siendo
despedidos los bibliotecarios? Si bien en el Perú aún no se ha recogido esa
información, en países como España sí.
La revista El profesional de la información ha publicado un artículo de los autores Natalia Arroyo Vázquez y José Antonio Gómez Hernández donde recogen información sobre qué estrategias están realizando las bibliotecas universitarias españolas “para reforzar el apoyo a la enseñanza online y su integración en el campus virtual”. Para este fin han realizado una breve encuesta dirigida a los bibliotecarios de 14 universidades (11 públicas y 3 privadas) para contrastar las respuestas con bibliografía especializada como los Standards for distance learning library services, desarrollado por la Association of College and Research Libraries, división de la American Library Association (ALA).
Los hallazgos se pueden
resumir en este pasaje: “Las limitaciones se apuntan en cinco direcciones: las
colecciones, cuestiones técnicas relacionadas con las plataformas de enseñanza,
adaptación a la enseñanza online, aspectos relacionados con el personal y los
presupuestos”.
Integrar
bibliotecarios y recursos
La integración de las
bibliotecas al campus virtual se da con dos grandes elementos: con
profesionales y recursos. Por su grado de integración, los autores las
dividieron en integración baja o nula, es decir, las que tienen poca
visibilidad en las plataformas de la universidad; intermedia, donde se incluyó
a la mayoría y son las que difunden hipervínculos que redireccionan a las bases
de datos; y alta, para las que no tuvieron necesidad de adaptarse porque ya
estaban instaladas en el mundo digital.
Sobre el aspecto relacionado a los recursos, parece ser que al menos no se afronta una falta de presupuesto, pues no se ahonda en eso, pero sí queda claro que en materia de adquisiciones enfrentan la escasez de material bibliográfico, es decir, el mercado editorial apenas cuenta con bibliografía que preferentemente se publica en impreso, sobre todo en el rubro de las humanidades y las ciencias sociales. Lo otro es el conocimiento que tienen los alumnos y los docentes sobre las bases de datos. En el artículo se menciona un estudio bianual de la Universidad de Navarra, el cual revela que “el 50,7 % de los alumnos de grado desconocían la disponibilidad de libros electrónicos en la colección de la biblioteca”. El estudio es del año 2018.
Respecto a la integración del personal, los autores nos refrescan dos términos que muy pocos conocen y cuyas traducciones, por cierto, suenan chistosas: el bibliotecario “incrustado” (de embedded librarian, también traducido como “embebido”), forma evolucionada del bibliotecario “enlace” (liaison librarian). ¿Qué hace este bibliotecario incrustado? Apoyar la enseñanza del docente y, en otras ocasiones, la investigación. El problema es que algunas bibliotecas aún estaban por fortalecer su relación con los docentes y los investigadores. En ese sentido, los bibliotecarios no quieren pasar desapercibidos, por lo que buscan modelos. Uno de esos que representa alta integración proviene de la Universitat Oberta de Catalunya.
¿La
UOC?
Como era de esperarse, la biblioteca que mejor librada ha salido de toda esta situación es la que pertenece a una universidad que lleva más de dos décadas ejerciendo exclusivamente la educación virtual: la Universitat Oberta de Catalunya. Son más de 35 mil recursos los que la UOC dispone para sus estudiantes, contando además con un sólido “programa de bibliotecarios integrados en el aprendizaje”. Y es algo natural, porque la UOC se ha convertido no solo en un referente para bibliotecarios, sino para cualquier departamento académico y administrativo de las universidades en toda Iberoamérica. Incluso la vicerrectora de Cooperación y Globalización de dicha institución, Pastora Martínez, fue invitada en junio de este año al webinar “Reforma universitaria y los retos del proceso peruano”, organizado por la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu).
Un punto digno de
comentar es que la UOC, en colaboración con la Universidad Nacional de
Educación a Distancia (UNED), no solo opera para sí misma, sino que tiende
puentes para colaborar con todo el sistema universitario de su país, por eso
están trabajando el proyecto Conectad@s #LaUniversidadEnCasa, que tiene como
fin facilitar el “acceso a recursos de aprendizaje en acceso abierto y a un
conjunto de materiales formativos para la mejora de las competencias
digitales”.
Esa es la situación en España. En el Perú, las bibliotecas universitarias estaban yendo por buen camino puesto que las condiciones básicas de calidad de la Sunedu les exigió repotenciar sus colecciones y alimentar sus repositorios; no obstante, las reglas del juego han cambiado debido a la coyuntura y corresponde adaptarse al nuevo entorno, pero tal vez hayan problemas de base más importantes que resolver, como asegurar mínimamente que los bibliotecarios no dejen de trabajar, porque la palanca que activa el funcionamiento de todos los servicios y productos no se moverá sin la mano del profesional.
***
Artículo
de referencia:
Arroyo-Vázquez, Natalia; Gómez-Hernández, José-Antonio (2020). “La biblioteca integrada en la enseñanza universitaria online: situación enEspaña”. Profesional de la información, v. 29, n. 4, e290404.