Todo digital: una pesadilla en Don’t Hug Me I’m Scared
Sin Internet todo sería mucho más complicado en estos tiempos de pandemia. Sin embargo, que todo sea digital puede tener sus peligros. Este ácido episodio de Don’t Hug Me I’m Scared trata sobre el proceder ingenuo en la red.
Por César Antonio Chumbiaca
Perturbado. Así me
dejaron los seis episodios de Don’t Hug Me I’m Scared, una serie
británica de culto que toma elementos de programas infantiles como Plaza Sésamo
y los convierte en auténticas pesadillas. Fue creada por los artistas gráficos
Becky Sloan y Joseph Pelling en 2011. Es protagonizada por tres personajes: Red
Guy, Yellow Guy y Duck.
Llegué a esta miniserie
después de leer un artículo de Albert Lloreta sobre la estética dank, es
decir, contenidos a veces retorcidos y cargados de contracultura cibernética
que tranquilamente podrían pertenecer a la web profunda. En su artículo,
Lloreta hace mención a Don’t Hug Me I’m Scared e incrusta el cuarto
episodio de esta serie, que es la que me interesa comentar.
El episodio es un
cortometraje que aborda el uso ingenuo de Internet que acaba en una sobredosis
psicodélica y orgiástica. No voy a contar el argumento porque es suficiente con
que lo vean, pero me adelanto en apreciaciones. Este episodio es una gran
metáfora de cómo Internet pasa de ser una maravillosa puerta de acceso al
conocimiento, para contar luego la otra cara de la moneda, la parte oscura sobre
cómo exponemos nuestra información personal, el consumo de banalidades y la
identidad maquillada con la que nos mostramos.
Repare en la frase del
personaje rojo, Red Guy, quien dice: “Si tan solo hubiera una forma de aprender
más acerca del mundo”. Con esto queda claro que Internet de todos modos es una
herramienta necesaria y muy útil que sobre todo hoy, en momentos de aislamiento
social, ayuda bastante. Pero es importante señalar la parte en que la misma
computadora dice: “Te ayudo a buscar lo que quieras encontrar, es muy fácil
así, inteligente igual a mí, si todo lo haces digitalmente”.
¿Qué quiere decir
“inteligente igual a mí”? Si la televisión fue considerada por mucho tiempo la
caja boba, la computadora es en cambio un sabelotodo presumido. ¿Qué ganamos
entonces si intentamos ser como las máquinas al tratar de saberlo todo? En primer
lugar, no podemos saberlo todo; en segundo lugar, las máquinas solamente son
procesadores veloces de información; y, en tercer lugar, debemos formar nuestra
propia inteligencia no con acumulación de información, sino con la capacidad de
ejercer el juicio crítico, algo que se puede reducir si pasamos la mayor parte
del tiempo únicamente siendo consumidores de contenidos y no individuos pensantes.
La idea de los creadores
de este programa, por supuesto, no ha sido satanizar la red, sino criticar
nuestros hábitos y usos. Al respecto, me parecen muy atinados los comentarios
del autor del canal de YouTube, Lain Madness, a quien recomiendo ver después de
mirar el corto.
Sin más, los dejo con el video.