Lo que la Ley Universitaria hizo por las bibliotecas
Como comunidad
bibliotecológica debemos estar alertas por la situación de la Superintendencia
Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu), pues es evidente que la
implementación de las condiciones básicas de calidad hizo bien a las
bibliotecas universitarias. Comentaré un caso personal.
Hace algunos años trabajé
en la Biblioteca Central de la Universidad de San Martín de Porres. Fue mi
primer trabajo como profesional. Aunque realizaba varias tareas, tenía libertad
para proponer e implementar cosas que no implicaran costos; la verdad es que se
podían hacer muchas cosas porque la biblioteca estaba lejos de ser un modelo.
Poco a poco me fui posicionando en la administración del repositorio
institucional y desde entonces los repositorios son mi asunto. Fueron cuatro
años en los que además hice buenas amistades.
Por esos años apareció la
Sunedu. Hubo mucho trajín porque para pasar el proceso de licenciamiento la
universidad debía adecuarse en varios aspectos, teniendo que ver algunos de
ellos con la colección de libros de la biblioteca, las bases de datos y el
repositorio institucional. En los dos últimos aspectos no hubo problemas,
porque se contaba con suscripciones a unas cuantas bases de datos y el
repositorio venía funcionando desde la metodología Cybertesis, que precedió a
la creación del repositorio nacional Alicia.
El retraso estaba en la
colección de libros. Si bien teníamos suscripciones con algunas revistas
profesionales para el área de Contabilidad y con periódicos como El Comercio, La República y El País,
la compra era escasa. Solo vimos libros nuevos para reclasificar cuando se
trasladó la Facultad de Odontología al distrito de Santa Anita, lugar donde se
encontraba la sede de la Biblioteca Central. Aun así, la biblioteca tenía
demanda, especialmente en época de exámenes, pues al menos no faltaban los
autores de cabecera.
De pronto todas las
facultades comenzaron a invertir en la compra de libros para cumplir con los
estándares de la Sunedu. Estábamos felices al ver las nuevas adquisiciones. En
ese tiempo también se hizo una buena compra de obras para el Instituto de Arte.
Veíamos las facturas y nos sorprendía lo que se había invertido porque era un
“billetón”. Por último, ante la inminente llegada de la Sunedu, tuvimos que
viajar hasta una de las sedes de la universidad en la ciudad de Arequipa para
equipar y ordenar la biblioteca, dejando un servicio estupendo para beneficio de
estudiantes y profesores.
Por todo eso, aunque la
visita de la Sunedu causó alboroto y mucho estrés, sobre todo porque en
ocasiones no entendíamos cómo llenar sus formatos y listados, al final la
biblioteca actualizó su material bibliográfico.
Lo que preocupa ahora es si los representantes de las universidades públicas y privadas que integrarán el nuevo Consejo Directivo de la Sunedu seguirán apostando por elevar las condiciones básicas de calidad. Toda mejora o actualización demanda un gasto, pero ahora que las universidades tienen voz y voto en la toma de decisiones, podrían determinar sus prioridades en los procesos de licenciamiento. Con los consejos directivos anteriores todavía había esa independencia, procurando siempre el balance entre la autonomía universitaria y el interés superior del estudiante.
César Antonio Chumbiauca Sánchez
Imagen principal: Foto Sunedu