Solo cuatro países de Latinoamérica lo han implementado. Según la Organización Mundial de Propiedad Intelectual (OMPI), «el Tratado de Marrakech es el primer tratado sobre derecho de autor claramente basado en los derechos humanos». ¿Cuál es su alcance?

Victoria Owen fue la representante de la IFLA en la Conferencia Diplomática de Marrakech en el 2013. | Imagen: IFLA

Por César Antonio Chumbiauca

Recientemente se está difundiendo en las conferencias virtuales el Tratado de Marrakech, dicho de forma completa, Tratado de Marrakech para facilitar el acceso a las obras publicadas a las personas ciegas, con discapacidad visual o con otras dificultades para acceder al texto impreso, adoptado en Marrakech el 27 de junio de 2013 por la Conferencia Diplomática de la OMPI.

Este documento consiste en una serie de excepciones vinculadas al derecho de autor para que las naciones firmantes puedan incorporarlo progresivamente a su legislación particular. En concreto, lo que pretende el tratado es ofrecer un marco legal que autorice a ciertas instituciones, como las bibliotecas, a reproducir obras con el fin de suministrar ejemplares en formato accesible para aquellas personas que lo requieran: 

Por «ejemplar en formato accesible» se entenderá la reproducción de una obra, de una manera o forma alternativa que dé a los beneficiarios acceso a ella, siendo dicho acceso tan viable y cómodo como el de las personas sin discapacidad visual o sin otras dificultades para acceder al texto impreso (Art. 2, b).

En Agenda

El pasado 18 de setiembre, Virginia Inés Simón, coordinadora del Observatorio del Tratado de Marrakech en América Latina, fue invitada como ponente en la conferencia «Modelo social de discapacidad y Tratado de Marrakech: bibliotecas como pilares de derecho», organizada por la Biblioteca Nacional del Perú en el marco del Programa de Bibliotecología.

En dicha conferencia, Virginia Inés Simón mencionó que, aunque son varios los países de Latinoamérica que han ratificado su adhesión al Tratado, solo cuatro lo han implementado: Uruguay, Ecuador, Costa Rica y Guatemala, de los cuales solamente Ecuador y Uruguay están dejando «constancia y análisis de trabajo con sus comunidades y brindando acceso efectivo para personas con discapacidad».

Por otro lado, Virginia Inés Simón sugiere que en un futuro ya no hablemos de bibliotecas inclusivas o para personas con discapacidad, sino simplemente de ‘bibliotecas’ y punto, es decir, bibliotecas para todos. Esto requiere incluir la problemática en la agenda sobre los retos que deben asumir las bibliotecas, brindando «acceso a la información para todas las personas, no para cierto tipo o para un segmento».

Pilares de derecho

Según la ponente, la actuación vigente de las bibliotecas estaría dentro de una visión médico-rehabilitadora, por lo tanto, habría que evolucionar hacia un modelo social de discapacidad: «Nosotros mismos contemplamos a nuestros usuarios como personas con limitaciones y no como barreras impuestas por las instituciones. Entonces, es una oportunidad para pensar, desde el modelo social de discapacidad, cómo desde la bibliotecología se pueden eliminar las barreras que transitan las personas con discapacidad».

Para muchos, el Tratado de Marrakech es un documento del que nunca antes habían escuchado o leído; no obstante, más allá de eso, cabría preguntarse cómo hacer accesible nuestros servicios también en las bibliotecas digitales y en los repositorios. Inés Simón pregunta: «¿Sus bibliotecas producen objetos digitales? ¿Cuentan con repositorios institucionales? ¿Realizan preservación? Si la respuesta es sí, ¿utilizan mecanismos de OCR para producir documentos accesibles? Si la respuesta es sí, ¿los ponen a disposición de sus comunidades como documentación inclusiva y realizan promoción para que las personas lo conozcan? Estoy segura que muchos responderán, en alguna de estas preguntas, NO».

Exacto. No es para nada sencillo, pero el asunto está sobre la mesa y estamos invitados a reflexionar.

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