¿Debería ser Gonzalo Alegría el nuevo jefe institucional de la BNP?
Gonzalo Alegría cree que
inventará la pólvora en la BNP cuando asuma el cargo. En una entrevista para el
diario El Comercio, en la pregunta que el periodista Enrique Planas le plantea sobre
cómo piensa fortalecer el Sistema Nacional de Bibliotecas, responde: “Creemos
que hay que cambiar por completo su filosofía, y la forma de cambiar esto es a
partir de cuatro ejes: convertir la sede de San Borja en una biblioteca
peruanista, especializada en todas las humanidades. En segundo lugar, llevar toda
la colección científica y técnica a la biblioteca de la Av. Abancay, para crear
allí la Biblioteca Nacional Universitaria y Técnica”.
El hijo de Ciro Alegría
cuenta con trayectoria profesional y académica en el ámbito de la economía, un
diplomado en Gestión y Financiamiento de Bibliotecas en Estados Unidos y ha
sido nuestro representante en la Unesco en asuntos de bibliotecas y bases de
datos. Sin embargo, no parece que dividir la BNP en una sede humanista y otra
científica sea una buena idea.
La sede de la BNP en San
Borja está destinada al resguardo y a la difusión del patrimonio bibliográfico
de la nación. Leamos una definición de biblioteca nacional:
Una biblioteca designada y financiada por un gobierno nacional para servir a la nación manteniendo una colección completa de la producción literaria publicada e inédita de la nación en su conjunto, incluidas las publicaciones del propio gobierno. La mayoría de las bibliotecas nacionales también son responsables de compilar una bibliografía nacional, y algunas sirven como depositarias legales de obras protegidas por derechos de autor en el país (Online Dictionary for Library and Information Science).
En tanto que la sede
Abancay, llamada la Gran Biblioteca Pública de Lima, tiene otro fin. Cumple una
función como la que cumple la Biblioteca Pública de Nueva York, que es brindar
acceso a todo el mundo. La sede de Abancay además cuenta con salas
especializadas en humanidades y ciencias, así como de salas para público
infantil, escolar, preuniversitario e invidentes. No es un cascarón, como dice
con desatino Alegría, como si el trabajo de los profesionales y empleados de la
GBPL hubiese sido meramente superficial.
¿Además para qué crear
una biblioteca nacional universitaria? Bastaría con que las universidades
públicas faciliten el acceso de público externo, que es algo que ya se hace con
algunas restricciones para no afectar la atención primordial de los usuarios
internos. Por supuesto, las bibliotecas universitarias no tienen nada que ver
con la BNP, pero es mejor ponerse de acuerdo que duplicar esfuerzos
innecesariamente. Téngase en cuenta también a otros actores como el Concytec y
la Sunedu, y las actividades propias de las bibliotecas universitarias que van
más allá de brindar acceso a una colección: bibliometría de la producción
científica, acompañamiento a la investigación de temáticas muy especializadas,
redacción académica, etcétera. Cabe señalar que más bien son los estudiantes
preuniversitarios los que más uso hacen de las bibliotecas públicas.
Otro punto que menciona
Gonzalo Alegría en la entrevista es la creación de bibliotecas interculturales.
El fin es bueno; el medio, cuestionable. ¿Una biblioteca nacional quechua en
Cusco? ¿Una biblioteca nacional aimara en Puno? ¿Acaso solo en esos
departamentos se habla quechua y aimara? A todos nos preocupa descentralizar la
BNP, pero no tiene sentido combatir la centralización con centralización. Si se
trata de crear nuevas sedes, ¿la BNP dispone de recursos para eso?
Probablemente Gonzalo Alegría, con sus conocimientos en finanzas, sepa cómo obtener
los medios para implementar otras bibliotecas nacionales. Lo mejor sería
coordinar con las bibliotecas regionales y potenciarlas para que sean ellas las
recolectoras de la documentación bibliográfica y memoria oral de sus
jurisdicciones, trabajen con las editoriales locales, promocionen a sus
escritores y fomenten la bibliodiversidad. Consta que la gestión de Ezio Neyra
deja encaminado esto, por lo que sería bueno mejorarlo y darle continuidad.
Particularmente creo que
un bibliotecólogo con trayectoria, reconocimiento y sobre todo con propuestas inteligentes,
sería lo más adecuado para dirigir la BNP; pero si no fuera un bibliotecólogo,
de todos modos la cabeza debe saber escuchar a los bibliotecólogos mejor
preparados, porque nosotros también tenemos nuestras diferencias, también
debatimos sobre lo que es mejor para construir un sistema nacional de
bibliotecas, discutimos sobre el sentido de nuestra labor, sobre la necesidad
de descentralizar, de entender las necesidades del público al que nos dirigimos
sin imponer nuestros criterios, damos conferencias, escribimos, pensamos.
Incluso una bibliotecóloga como Judith Roca Terry también trabajó varios años
en la Unesco.
Desde mi perspectiva,
Ezio Neyra tuvo en cuenta nuestras voces al momento de tomar decisiones,
reuniéndose con el Colegio de Bibliotecólogos del Perú, acercándose a la
academia, incluso conversando alguna vez con la Asociación de Bibliotecólogos del
Perú, cuya posición crítica ha tenido un tono beligerante, aunque no
representativa de toda la comunidad bibliotecológica del país. No obstante, al
final, la voz más importante no es la nuestra, sino la de todos los peruanos
que urgen de los servicios que una verdadera biblioteca les puede brindar.
¿Haría lo mismo Gonzalo
Alegría? Además de su perfil profesional, deberá contar con la calidad humana
para transmitir confianza, reconocer los avances y ser integrador. En el
momento en que se redacta este artículo, aún no se ha asegurado su designación.
El ministro de Cultura, Ciro Gálvez Herrera, consultado por el diario La República sobre el nombramiento del
nuevo director, ha dicho: “Está en estudio. Hasta este momento aún no hemos
encontrado a un Ricardo Palma o un Jorge Basadre como para encajar en ese
puesto tan importante”.
César Antonio Chumbiauca