Tres
bibliotecólogos, un historiador y una estudiante de tecnología en archivística
emprendieron un loable proyecto de preservación de la memoria social
documentado en el artículo que se comenta a continuación.
Por César Antonio
Chumbiauca.
Para Didier Álvarez
Zapata, profesor de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la
Universidad de Antioquia (Colombia), la movilización del campo bibliotecológico
hacia su autonomía científica abarca cuatro vectores, a saber: el lenguaje[1], el
informacionalismo, la gestión del conocimiento y los estudios de la memoria.
Sobre el último vector,
DAZ afirma que “la memoria no se agota en los estudios históricos
porque está viva, es una representación que nos hacemos del mundo”.
Y precisamente esa preocupación por la memoria —en específico, la memoria
social—
es la que llevó a un grupo de investigadores vinculados a la Escuela
Interamericana de Bibliotecología a emprender un proyecto que culminó en la
publicación de un artículo titulado “Memoria en la calle: repositorio de altares
espontáneos creados en Medellín entre 1980 y 2014”. Los autores son
Sandra Arenas, Juan Camilo Vallejo, Alexander Betancur, Camilo Ramírez y
Yuliana Lopera.
Recopilando
la memoria
Campeaba en ese lapso de
años el narcotráfico y el conflicto armado, la sangre que corría por las calles
paralizaba el coraje de la población para enfrentarse directamente contra
grupos desalmados. ¿Se podía actuar de alguna manera? Los autores cuentan: “En
los casos analizados en esta investigación se está frente a sujetos y
comunidades confrontados con poderes impuestos por las armas y el miedo. Aun
así, ellos encontraron las formas de hacer algo, de manifestarse frente a
situaciones injustas”.
Esa manifestación primero
se dio con grutas y cruces levantadas sobre el lugar donde personas inocentes
habían sido asesinadas. Más tarde, ya no fueron solo imágenes religiosas, sino
también murales, grafitis, placas y otros objetos con los rostros y nombres de
las víctimas. Todos esos “altares espontáneos” fueron minuciosamente
recopilados en videos, audios y textos por los investigadores gracias a la
información que brindó la comunidad al enterarse del proyecto.
Una vez reunida la
información, el siguiente paso fue la implementación del repositorio. Los
detalles técnicos también son explicados en el artículo; no obstante, el
trabajo no termina en la realización de la plataforma, sino que se plantea al
final una reflexión muy valiosa que tiene que ver con algo que menciona Rafael
Augusto Restrepo, uno de los entrevistados en el video
documental de la investigación: "Yo siento que la memoria tiene
un papel, sobre todo, transformador. Más que una memoria que nos siga
enumerando datos, acontecimientos, nombres o lo que sea, necesitamos una
memoria que nos mueva en el presente, sobre todo que nos ayude a construir un
futuro".
Repertorio
y memoria archivada
Los investigadores
enfatizan entonces en la relación entre repertorio y memoria archivada,
planteamiento de Diana Taylor, autora del libro El archivo y el repertorio: la memoria cultural performática en las
Américas (Universidad Alberto Hurtado, 2015).
Lo que plantea Taylor es
que el archivo “conserva” la memoria para una interpretación posterior, por lo
tanto, apunta más al conocimiento que al conocedor; mientras tanto, el
repertorio “transmite” a través de la escenificación —el perfomance— la vitalidad de la memoria.
Los autores parafrasean a
Taylor: “(…) el perfomance nunca
puede ser captado o transmitido por medio del archivo, un video de un
performance no es un perfomance, la
memoria incorporada está presente en directo y excede la capacidad del archivo
de captarla y requiere de la presencia constante de los sujetos, tanto aquellos
que lo realizan como de su audiencia”.
No obstante, se deja en
claro que archivo y repertorio no son antagónicos, sino “epistemologías
diferentes”. Evidentemente, ninguno es mejor que el otro. Los investigadores
asientan su posición en relación a la recopilación de los altares espontáneos:
“(…) consideramos que algunas acciones performáticas pueden ser registradas,
almacenadas y analizadas como acciones de memoria, y los vestigios que resultan
de esas acciones performativas son también objeto de posibles formas de
archivo”.
Es interesante esta
última discusión, pues no solo amplía nuestra visión, sino que sirve para
justificar mejor nuestras acciones en el ámbito de la memoria. En todo caso,
cualquiera que quiera emprender un proyecto de preservación digital para la
defensa de los derechos humanos tiene, en el trabajo de los colegas
colombianos, un buen antecedente.
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Documental "Memoria en la calle".