Cuando aún los repositorios institucionales no surgían, o en todo caso no habían aparecido como los conocemos ahora —me ubico temporalmente en mis años universitarios, entre el 2008 y 2013, cuando se utilizaba aún la metodología Cybertesis— recuerdo un interesante debate que fue organizado por la PUCP sobre preservación documental en físico y en digital.
Digo
que fue muy interesante porque no es muy común ver debates en nuestra
disciplina, es decir, un tema con posturas diferentes que al someterse a
discusión es muy rico en argumentos y presentación de evidencias; y son una
buena contribución si los argumentos se centran en el tema sin llevar las
diferencias al terreno personal.
Aquel
debate tuvo como disertantes a dos expertos: Luis Maguiña, bibliotecólogo de la
Biblioteca Central de la PUCP y docente en aquel entonces de los cursos de
Tecnología de la Información en la Escuela de Bibliotecología y CC. II. de San
Marcos; y en la otra esquina estaba Luis Guillermo Núñez, también docente en la
misma escuela, pero especializado en el campo de la Archivística.
Lamentablemente no recuerdo la fecha exacta ni el nombre del evento.
Luis
Maguiña defendía la importancia de la preservación digital y Luis Guillermo
Núñez el de la preservación en físico, presentándose puntos a favor y en
contra, aunque luego buscaban sincretismo. Lo resaltante es que cada uno
demostraba las debilidades de la preservación que el otro defendía, con lo cual
se hacía evidente las problemáticas y las formas en que debían ser abordadas.
En
el ámbito impreso es sabido que robos, incendios o desastres naturales pueden
causar severas pérdidas y que existe para eso una serie de tecnologías y
protocolos que permiten mantener a salvo los documentos. Pero en el ámbito
digital todavía no se sabía muy bien cómo ocurrían los daños.
Por
otro lado, se piensa a veces que con digitalizar documentos ya se ha salvado la
información, pero eso no es así porque todo lo que se ha digitalizado se
encuentra almacenado en alguna parte, puede ser en un servidor local o puede
estar en la nube, que también es un servidor físico, pero remoto. ¿Cuál entre
estas dos es mejor? Eso dependerá de los recursos con que cuente la
institución, lo importante aquí es tener un buen procedimiento para generar
backups que garanticen la preservación de la información.
Aquí
hay dos ejemplos recientes. Se trata de dos instituciones cuyos nombres no
mencionaré, pero que perdieron toda su información por no asegurar sus backups.
Primero
una institución que tenía su repositorio instalado en un servidor local. Ante
unas fuertes lluvias la sala donde estaba el servidor sufrió el colapso del
techo, el agua entró y cayó sobre el servidor dañándolo de forma irreparable.
El
otro caso tiene que ver con una institución que contrató un servicio en la
nube. El problema que se presentó es que por razones económicas no pudieron
pagar a la empresa que les brindaba el servicio, así que cuando quisieron
recuperar su información se percataron de una cláusula que no les permitía
obtenerla si no cumplían con ciertos compromisos que, lamentablemente,
omitieron, lo que les ocasionó la pérdida de la información.
En
ambos casos, ninguna de estas instituciones tenía un procedimiento para
gestionar las copias de seguridad, a pesar de que seguramente existen muchas
formas de preservar la información y que es algo bien sabido en las áreas de
TI.
Por
eso no está de más conocer o preguntar a dicha área si se cumple con los
procedimientos y cómo se podría recuperar la información ante un posible
siniestro. Buscar culpables no soluciona nada. Lo más importante siempre será
la prevención.
César
Chumbiauca Sánchez