El corazón como una máquina: lo técnico y lo humano

Por El referencista - mayo 26, 2023


Hace algún tiempo, mientras preparaba una entrevista al sociólogo Joaquín Yrivarren para tratar temas sobre acceso abierto y repositorios digitales, encontré en uno de sus artículos[1] un fragmento en el que se refería a los repositorios como “cosas aburridas y mundanas” desde la siguiente perspectiva: “[…] el aburrimiento es en realidad un sentimiento que surge al haber sustraído de las cosas técnicas todo rastro de historicidad, pasión e incertidumbre. Es decir, tras haber divorciado lo técnico y lo humano.”

Cuando era estudiante universitario de Bibliotecología, recuerdo que a mis compañeros y a mí la tecnología nos afanaba. Queríamos aprender a instalar sistemas de gestión bibliotecaria, repositorios institucionales, repositorios de revistas, pero reflexionábamos poco sobre las implicancias de esas tecnologías más allá de ayudarnos a organizar y difundir información. Tal vez hoy es diferente.

El investigador argentino Gonzalo Andrés, de la Universidad Nacional de Entre Ríos (Argentina), citando al académico francés Jean-Claude Guédon, afirma en un artículo que los repositorios son artefactos sociotécnicos en el que confluyen los intereses de diversos grupos sociales: “Por tanto, no alcanza con tener un enfoque bibliotecológico sobre el desarrollo de repositorios, sino que, por el contrario, es pertinente adoptar una mirada que aborde la densa trama de artefactos, sujetos, organizaciones, conocimientos, reglamentaciones, prácticas y discursos que intervienen en su construcción.”

Sobre esa relación entre lo técnico y lo humano, hay una historia atribuida al filósofo chino Chuang-Tzu que me gustaría compartir aquí[2] y dejarlo para la reflexión sin más ni más:

Así, hace dos mil quinientos años, el filósofo chino Chuang-Tzu ya habló del peligro de la máquina cuando dijo:

En sus viajes por las regiones al norte del río Han, Tzu-Gung vio a un anciano labrando su huerta. Había excavado un caz de riego. El hombre bajaba al manantial, llenaba un recipiente con agua y lo vertía abrazo en el caz. Si sus esfuerzos eran enormes, los resultados parecían muy mezquinos.

Tzu-Gung le dijo: “Hay un medio por el que podrías alimentar cien cazes en un solo día, y podrías hacer mucho más con poco esfuerzo. ¿Quieres que te lo diga?” Alzóse el hortelano, lo miró y dijo: “¿Qué medio puede ser ese?”

Tzu-Gung replicó: “Toma una pértiga de madera, ligera de una punta, con un peso en la otra. De este modo podrá sacar agua tan deprisa que se derramará. Eso se llama una zangaburra.”

El enojo asomó al rostro del anciano, quién dijo: “He oído decir a mi maestro que cualquiera que emplee una máquina hará todo su trabajo como una máquina. Al que hace su trabajo como una máquina, el corazón se le vuelve una máquina, y el que lleva en el pecho un corazón como una máquina pierde su sencillez. El que ha perdido su sencillez se sentirá inseguro en las luchas de su alma.

“La inseguridad en las luchas del alma no se aviene con el sentido honesto. No es que no conozca tales cosas; es que me avergüenza usarlas.”



[1] Yrivarren, J. (2019). Una sociología de los sistemas de información científica. Sobre la adopción de repositorios de acceso abierto en el Perú. Nombres, 5(1), 161-186.

[2] Relato recogido por Werner Heisenberg y reproducido por Marshall Mc Luhan en La galaxia Gutenberg (Artemisa, 1985, p. 43).

Imagen principal: Metrópolis (película de Fritz Lang, 1927)

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