Trabajar en una biblioteca universitaria
Por Cesar Antonio Chumbiauca - noviembre 21, 2016
En noviembre se celebró el Día del Bibliotecario Peruano. Hubo
festejos en las escuelas profesionales, en la Biblioteca Nacional del Perú, en
el Colegio de Bibliotecólogos, en bibliotecas públicas, universitarias y por
ahí también en escolares; incluso en archivos, porque hay colegas trabajando en
ellos. El saludo es para todos, pero esta vez vamos a ocuparnos en
resaltar el papel del profesional de las bibliotecas universitarias, ya que en
anterior ocasión se ha destacado el trabajo de los bibliotecólogos en otros
tipos de unidades de información.
En una biblioteca pública o escolar el esfuerzo está dirigido al fomento de
la lectura. En cambio, en la biblioteca universitaria, sea estatal o privada,
se puede pensar que todo es más fácil porque solo con los alumnos y los
investigadores se llenan las salas de lectura. Pero la verdad es que
no es así siempre o no es solo eso a lo que se limita una auténtica biblioteca
de un centro de estudios superiores.
¿Qué tenemos en una biblioteca universitaria? Investigadores. Todos lo son,
aunque sean alumnos o docentes. Todos tienen que producir al final de un ciclo
o de un programa académico al menos una monografía, un artículo, una tesis o
hasta un informe. En ese sentido, las fuentes de información no se
limitan solamente a libros, sino también a herramientas que se encuentran en
Internet y bases de datos. Es así que la vanguardia de la
bibliotecología en el Perú, valgan verdades, no llega desde la Biblioteca
Nacional. Llega desde las universidades, y no siempre desde las
escuelas profesionales (orientadas más bien a analizar las tendencias), sino
desde las mismas bibliotecas, las cuales implementan nuevos servicios, modernas
tecnologías de la información, bases de datos, sistemas integrados de gestión
bibliotecaria y tratan con una apabullante cantidad de datos que
está relacionada con lo que hoy se conoce como Big Data.
El bibliotecólogo universitario se ve en la necesidad de actualizarse continuamente para orientar a los usuarios y alcanzar la alfabetización informacional. Como
dice Serrano-Cobos sobre los cambios de paradigma en Internet: «Y como todo
cambio, si no es una moda hay que tomárselo en serio para no quedarse atrás.» Las
tecnologías abruman a nuestros profesionales. No hay tiempo para
conocer algo a profundidad, ni bien se lo está estudiando los especialistas ya
están hablando de otra cosa mejor. Debe ser parte de la modernidad
líquida que menciona el filósofo de moda: Zygmunt Bauman, quien afirma que hoy
en día todo es volátil y transitorio.
A un bibliotecólogo escolar se le puede perdonar que su actualización no
sea tan constante. Pero a alguien que trabaja en una biblioteca
universitaria no, ni siquiera siendo catalogador. Con cuántos
servicios debe contar, qué debe conocer: Web Dewey, Z3950, las RDA,
encabezamientos de materia, Topic maps, ontologías… En otras áreas:
qué es un repositorio, qué es DSpace, Open Journal System, los indicadores
bibliométricos, las altmetrics, la cibermetría. El bibliotecólogo
que capacita usuarios (uf, pobre): conocer herramientas infinitas: google
académico, gestores de referencia (Refworks, Zotero, End Note), bases de datos
abiertas y comerciales, directorios, rankings, aplicaciones…
A estas alturas nadie puede decir que la bibliotecología es pan comido. Es
una profesión compleja.
César Antonio Chumbiauca
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