Se acaba el año
y llega para la mayoría un merecido descanso. Hay que dejar todo muy ordenado
en la oficina, botar los papeles que no sirven, clasificar los documentos en el
escritorio de nuestra computadora, todo tiene que quedar impecable para que
cuando volvamos de las vacaciones playeras no sea tan brutal reencontrarse con
«lo pendiente». Irremediablemente, siempre hay cosas que dejamos para el
próximo año. En cuanto a libros y bibliotecas corresponde, hay un par de actividades
que esperan atención el ciclo anual entrante: La Ley del Libro y la formalización de la red de bibliotecas académicas Altamira.
Renovación
de la Ley del Libro
La industria
editorial siente que los beneficios que le daba la Ley 28086 (Ley de Democratización
del Libro y de Fomento de la Lectura o simplemente Ley del Libro) se están desmoronando, empezando porque, en caso de los
autores, ya han vuelto a la obligación de pagar rentas por sus regalías, mientras que los
libros podrían volver a incluir IGV en sus precios, entre otros beneficios que
se pueden perder y por ende encarecer el mercado editorial. Por eso en la
última Feria del Libro Ricardo Palma se ha discutido sobre esta situación de
prórroga y se han solicitado firmas al público para alcanzarlas al
Ministerio de Economía y Finanzas y al Congreso de la República. Ojo, esta ley
se promulgó en el 2003 y es en el 2015 en el que perderá su vigencia, puesto
que «se supone» las cifras de lectura y de consumo de libros se ha asentado en
la población. ¿Se necesita más tiempo para tener un país verdaderamente lector?
La Cámara Peruana del Libro, la Biblioteca Nacional, entre otras instituciones,
se han puesto las pilas no solo por la prórroga, sino por algunas
modificaciones que se extiendan a favor, por ejemplo, de las editoriales
independientes.
Altamira
La red
cooperativa de bibliotecas académicas Altamira, con más diez años de
funcionamiento y que ha realizado un trabajo importante para economizar el
costo de las bases de datos que adquieren las universidades e institutos, está
en camino de inscribirse en los Registros Públicos para funcionar como una
asociación formal sin fines de lucro. Sin embargo la formalidad, que demanda
reordenarse internamente, no es tan sencilla, sobre todo en el país de la
informalidad, pero se están realizando reuniones para que los integrantes de
Altamira asuman un compromiso mayor convenciendo a sus rectores de que las
modificatorias del nuevo estatuto de la red, el trabajo interuniversitario y la
necesidad de realizar aportes económicos por suscripción, fortalecerán a Altamira
como una autoridad frente a los proveedores de carísimas bases de datos que ven
como un mercado medio virginal a nuestras universidades. Con los papeles en regla llegarían las donaciones, la comunicación con instituciones de alto prestigio y la adhesión a otras redes de escala internacional.
De hecho que hay muchas otras actividades y
proyectos pendientes para el próximo año, pero hay que olvidarnos del trabajo
por un largo rato. En lo posible, olvídese de este artículo hasta que vuelva de
sus vacaciones. Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo.
César Chumbiauca
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