Cuando la corrupción incendia un museo nacional

Por Cesar Antonio Chumbiauca - septiembre 26, 2018

(Imagen: Wikimedia Commons)
Se acaba de escribir un nuevo capítulo sobre la destrucción de los edificios más importantes que conservaron la memoria de la humanidad. Para la historia universal, fue la Biblioteca de Alejandría. Para Brasil, el Museo Nacional en Río de Janeiro. De sus famosos restos arqueológicos y colecciones indígenas, ahora solo quedan lamentos causados por no haber prevenido tremendo infortunio. ¿Saben que es curioso? Que el desastre de museos, archivos y bibliotecas no solo coincide con guerras, sino también con climas de corrupción.

Así como en el Perú el proceso de desalojo del Archivo General de la Nación coincide con la crisis del Poder Judicial, en Brasil la corrupción ha afectado indirectamente a su museo emblemático. Los brasileños no terminan de entender cómo gastaron 1.3 millones de reales en  refaccionar el estadio Maracaná para los certámenes deportivos internacionales del 2014 y 2016, en donde, como se recuerda, su selección de fútbol cayó 7 a 1 frente a Alemania. El portal de noticias brasileño G1 señala. “El gasto total con la reforma del Maracaná es 5.022 veces mayor que el gasto por el Museo Nacional hasta ahora en 2018”. Como se nota, en vez de invertir millones de reales para pasar vergüenza, solo un poco bastaba para salvar el museo hoy hecho cenizas. La selección verdeamarela puede jugar sin Neymar; nada podrá reemplazar a Luzia, el esqueleto humano más antiguo del continente.

La prensa de todo el mundo ha recalcado además que la Universidad Federal de Río de Janeiro, que gestionaba el museo, pasaba por una crisis presupuestaria debido a la corrupción, a pesar de que el museo llevaba décadas solicitando la financiación de las mejoras estructurales. Pero ¿por qué los estadios sí y el museo no?

Aquí aparece un personaje oscuro: Sergio Cabral, exgobernador de Río de Janeiro. En el 2013 este señor encarnó la parafernalia premundialista y no permitió que nada ni nadie lo molestara. Tanto así que, con intención de demoler el abandonado y antiguo Museo del Indio[1] que estorbaba el acceso de los hinchas al Maracaná, ordenó expulsar a los indígenas que lo habían ocupado. La agencia de noticias EFE informó que, durante el violento desalojo, los obreros que se pusieron de parte de los indios fueron amonestados por las constructoras: “Algunos de los operarios de las obras que mostraron su apoyo a los indígenas tuvieron sus identificaciones retenidas por los supervisores del consorcio integrado por las constructoras Odebrecht y Andrade Gutiérrez, según denunciaron los propios empleados a medios locales”.

En fin, en el 2017 Sergio Cabral fue condenado a 14 años de prisión por estar implicado en el caso Lava Jato, dejando al estado de Río de Janeiro en una grave crisis financiera. A esto se debe que el Museo Nacional de Brasil no haya sido atendido en su momento, incluso cuando el gobierno contaba con ingentes recursos económicos. Así, concluimos, ¿la destrucción del museo nacional no es también en algo su responsabilidad?

Una reflexión aparte…
En los Cuadernos del Archivo de la Universidad N° 56 que la Pontificia Universidad Católica del Perú dedica a César Gutiérrez Muñoz, él confiesa que fue en un museo donde despertó su vocación de archivero. En 1965, en una visita al Museo de Historia Natural de la Smithsonian Institution, en Washington D.C., se fascinó al ver de cerca los Rollos del Mar Muerto. Desde entonces comprendió el valor de salvar, conservar y proteger los documentos que son el testimonio y legado de las civilizaciones. Por eso don César también es un ferviente defensor de los archivos, acusa sin temor a los políticos corruptos que en diversas provincias alejadas de Lima dejan los archivos a merced de la humedad, la inseguridad y la indiferencia. Cuánto le habrá dolido enterarse del fuego que consumió el palacio que hace doscientos años fue fundado por el emperador portugués Dom João VI.

César Antonio Chumbiauca

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