Por otra parte, recuerdo
haber visto este año una sesión del club de lectura virtual “Leyendo con
tacto”, que organiza la sala Delfina Otero Villarán de la Biblioteca Nacional
del Perú. Es un club en el que participan personas con discapacidad visual,
quienes comparten sus apreciaciones a partir de los textos que han leído y
transcrito en formato braille.
La sesión trataba sobre
un conocido relato costumbrista del siglo XIX, Un viaje, escrito por Felipe Pardo y Aliaga. Esta historia tiene
como protagonista al niño Goyito, un criollo cincuentón que para hacer un viaje
requiere de la asistencia de medio mundo porque está tan engreído que es
incapaz de hacer las cosas por su propia cuenta y sin causar alboroto. Al
terminar la lectura, los participantes aterrizaron sus críticas precisamente en
el perfil del personaje, que, teniendo todas las facilidades para realizar
cualquier actividad, es al fin de cuentas alguien que depende demasiado de los
demás.
Yo quedé impresionado
porque, aunque leí varias veces el relato de Felipe Pardo y Aliaga cuando fui
profesor en un colegio, nunca había realizado un contraste como el que hicieron
los participantes del club a partir de sus vivencias.
En otra ocasión, conocí
en una conferencia virtual al argentino Pablo Lecuona, quedando asombrado por
su lucidez y su fenomenal facilidad de palabra, característica que comprobé en
entrevistas que encontré luego en YouTube. Lecuona es invidente y desde hace
varios años viene trabajando en la difusión de Tiflolibros, una biblioteca digital
con recursos que se pueden descargar en formato accesible para personas con
discapacidad. Según la bibliotecóloga Rosa Yataco, de la sala Delfina Otero
Villarán de la BNP, Tiflolibros es la primera fuente con material dirigido a
usuarios de las bibliotecas que cuentan con servicios como el de su sala.
Sin lugar a dudas, tener
una discapacidad física no impide en absoluto participar fervientemente en
discusiones intelectuales ni en la creación de nuevo conocimiento. Pero sí es
necesario que existan servicios como el que brinda la sala Delfina Otero
Villarán, plataformas como Tiflolibros y espacios de conversación como el club
de lectura “Leyendo con tacto”. Si tuviéramos más bibliotecas públicas con
servicios así, al menos una por cada distrito, estaríamos creando mayores
posibilidades para que más personas tengan un efectivo acceso a la lectura, la
información y la cultura.
César Antonio Chumbiauca
1 Comentarios
Definitivo..es de admirar a estos personajes..
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