La capacidad de ser genial

Por El referencista - diciembre 13, 2021


¿Qué tuvieron en común Stephen Hawking, Jorge Luis Borges y José Carlos Mariátegui además de su gran inteligencia? Que cada uno de ellos padeció una discapacidad física. El primero tuvo esclerosis lateral amiotrófica (ELA); el segundo, ceguera; y el tercero sufrió la amputación de una de sus piernas. Aunque dichos padecimientos llegaron a sus vidas cuando ya tenían buena parte de sus carreras labradas, observamos que su producción intelectual no cesó; por el contrario, su fama y admiración acrecentaron.

Definitivamente, en el terreno de las ideas y del conocimiento, solo importa la grandiosidad de la obra. Todo lo demás queda difuminado, porque tal vez no vemos a Hawking, Borges o Mariátegui por sus discapacidades físicas, sino por lo que fueron capaces de crear.

Por otra parte, recuerdo haber visto este año una sesión del club de lectura virtual “Leyendo con tacto”, que organiza la sala Delfina Otero Villarán de la Biblioteca Nacional del Perú. Es un club en el que participan personas con discapacidad visual, quienes comparten sus apreciaciones a partir de los textos que han leído y transcrito en formato braille.

La sesión trataba sobre un conocido relato costumbrista del siglo XIX, Un viaje, escrito por Felipe Pardo y Aliaga. Esta historia tiene como protagonista al niño Goyito, un criollo cincuentón que para hacer un viaje requiere de la asistencia de medio mundo porque está tan engreído que es incapaz de hacer las cosas por su propia cuenta y sin causar alboroto. Al terminar la lectura, los participantes aterrizaron sus críticas precisamente en el perfil del personaje, que, teniendo todas las facilidades para realizar cualquier actividad, es al fin de cuentas alguien que depende demasiado de los demás.

Yo quedé impresionado porque, aunque leí varias veces el relato de Felipe Pardo y Aliaga cuando fui profesor en un colegio, nunca había realizado un contraste como el que hicieron los participantes del club a partir de sus vivencias.

En otra ocasión, conocí en una conferencia virtual al argentino Pablo Lecuona, quedando asombrado por su lucidez y su fenomenal facilidad de palabra, característica que comprobé en entrevistas que encontré luego en YouTube. Lecuona es invidente y desde hace varios años viene trabajando en la difusión de Tiflolibros, una biblioteca digital con recursos que se pueden descargar en formato accesible para personas con discapacidad. Según la bibliotecóloga Rosa Yataco, de la sala Delfina Otero Villarán de la BNP, Tiflolibros es la primera fuente con material dirigido a usuarios de las bibliotecas que cuentan con servicios como el de su sala.

Sin lugar a dudas, tener una discapacidad física no impide en absoluto participar fervientemente en discusiones intelectuales ni en la creación de nuevo conocimiento. Pero sí es necesario que existan servicios como el que brinda la sala Delfina Otero Villarán, plataformas como Tiflolibros y espacios de conversación como el club de lectura “Leyendo con tacto”. Si tuviéramos más bibliotecas públicas con servicios así, al menos una por cada distrito, estaríamos creando mayores posibilidades para que más personas tengan un efectivo acceso a la lectura, la información y la cultura.

César Antonio Chumbiauca

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