La sospechosa productividad

Por El referencista - julio 24, 2021

 


No es suficiente medir el éxito académico de un investigador por la cantidad de sus publicaciones. A eso hay que añadir la calidad y el impacto tanto científico como social. Pero por alguna razón, la cantidad impera, seguramente porque a más publicaciones hay más oportunidades de ser citado. Si uno publica mucho, pero es honesto, no habría nada que recriminar. El asunto es que la honestidad no siempre está presente.

Alberto Chamorro, de la Corporación Universitaria Minuto de Dios en Colombia, escribió para la Revista Española de Documentación Científica el artículo titulado “¿Quién es autor? Las autorías múltiples, criterios y lineamientos”, en el cual nos advierte de algunas malas prácticas en la comunicación científica.

¿Investigadores muy productivos? Podría estar pasando lo siguiente: “Las autorías múltiples no son condenables y parecen ser el futuro de las ciencias, sin embargo, el manejo de ellas puede ser problemático. Recientes estudios han identificado autores excesivamente prolíficos, al punto de publicar más de 72 artículos por año, una tasa asombrosa de un documento cada 5 días”, relata Chamorro.

Veamos cuáles son esas malas prácticas a las que se refiere:

1.      Autorías regaladas, honoríficas o invitadas

Seguro conoce el dicho “Hoy por ti y mañana por mí”. Pues ese tipo de favor también puede suceder entre científicos que incluyen como autor a una persona que no ha participado en la investigación con el fin de que devuelva el favor en el futuro (autoría regalada). Asimismo, puede suceder que el autor quiera quedar bien con el decano o el director del centro de investigación quien facilitó el proyecto, así que lo incluye (autoría honorífica). Y está aquel que por tener conocida trayectoria es incorporado “con la esperanza de mejorar las oportunidades de publicación e incrementar las citas” (autoría invitada). ¡La importancia de llamarse Ernesto!

2.      El autor fantasma

“Pese a que el investigador participa en el proyecto, y es pieza importante en la redacción, su nombre es omitido en la lista de autores”, dice Chamorro. Puede ser a pedido del mismo investigador quien puede enfrentar conflictos de interés, o porque el centro de investigación decide que es mejor que aparezca otro académico quien redacta el artículo con base en los datos del autor invisibilizado.

3.      Autorías bajo presión

Chamorro es puntual: “Tiene lugar cuando personas en posición de autoridad o con alguna ventaja ocasional, presionan a los investigadores originales para incluir otros nombres, ajenos al proyecto, en la lista de autores”. Un claro abuso.

4.      Comunidad de autores

Imagine a diez investigadores que pactan escribir individualmente un artículo cada año, pero cada vez que se publica el texto aparecen como autores los diez. Si usted hace algo así y le toca ser el primero en publicar, tiene nueve años de producción científica asegurada sin mover un solo dedo. Él éxito de esta tramposa manera de publicar dependerá de un pacto a largo plazo.

 ¿Qué se puede hacer frente a este tipo de fraudes? En su artículo, Alberto Chamorro presenta algunos principios éticos provenientes de consejos, comités, asociaciones e instituciones internacionales de editores científicos, y señala también en qué casos hay que reclamar por el reconocimiento de la autoría.

Por último, advierte que, si bien cada disciplina tiene sus propias formas de producción de conocimiento individual o mediante la colaboración de integrantes diversos, “no puede ser valorado igual quien participa de un consorcio con miles de integrantes, produciendo un documento por semana, que un equipo de tres que logran encontrar la cura de una enfermedad o un aislado filósofo quien trata de comprender nuevas formas de contrato social. Sin duda, todos producen conocimiento científico”.

César Antonio Chumbiauca

Imagen principal: Death found an author writing his life, por Edward Hull, 1827.


  • Compartir:

También te puede interesar

0 Comentarios