Gabriel Naudé: el pensador de las bibliotecas y los golpes de Estado

Por El referencista - junio 24, 2021


¿Sabía usted que la misma persona que escribió un tratado sobre la organización de bibliotecas en el siglo XVII fue el primero en explicar qué son los golpes de Estado? Se trata de Gabriel Naudé (1600-1653), de quien conviene comentar un poco ahora que, debido a la situación política del Perú, se habla mucho sobre golpes de Estado.

Durante la primera mitad del siglo XVII, Francia se preocupaba por menoscabar la hegemonía de España, no obstante, debía afrontar una convulsionada situación interna producto de hambrunas, revueltas de grupos radicales, enfrentamientos religiosos, conflictos con nobles e incluso quejas de las cortes soberanas, que eran parlamentos que tenían la potestad de desaprobar la publicación de los decretos del rey, devolviéndoselos para su modificación.

Frente a esas limitaciones, los pensadores políticos de la época encontraron la solución en el absolutismo, el poder concentrado en la figura del rey y que comenzó a tomar forma en el reinado de Luis XIII bajo el influjo del famoso y temido cardenal Richelieu (1585-1642). Por supuesto, el absolutismo se corrompería en la práctica y culminaría con la Revolución francesa.

Es en este contexto en que aparece la obra emblema de Gabriel Naudé, Considérations politiques sur les Coups d’Estat (1639), con apenas doce ejemplares. En resumidas cuentas, lo que hace Naudé es argumentar a favor de los golpes de Estado como remedio extremo que el estadista ejecuta cuando sus reformas no pueden aplicarse por las buenas. Se considera esta idea un tanto maquiavélica, pero su autor desarrolla los conceptos de “derecho común” y “bien común”. Significa esto que en determinadas situaciones el bien común puede estar por encima del derecho de los particulares. No obstante, para Naudé un golpe de Estado es al fin de cuentas una carta brusca que el estadista, en lo posible, debe evitar. Además, justifica que se trataría de una acción amoral y no inmoral.

Carátula de la primera edición de 1639 publicada en Roma con tan solo doce ejemplares. Biblioteca Nacional de París. 

En internet circula una versión en castellano de 1964 con una introducción de Juan Carlos Rey, reconocido politólogo de la Universidad Central de Venezuela, y una breve biografía sobre el autor. Ahí nos cuenta que Gabriel Naudé fue un librepensador de escritorio. Algo natural para él pues podía servirse de la mejor literatura de su época en su condición de bibliotecario, perfil que empezó a formarse cuando le confían el cuidado de una biblioteca privada a la edad de 20 años. Tiempo después de culminar sus estudios de medicina, un amigo lo recomienda en 1631 como bibliotecario para el cardenal de Bagni, un destacado diplomático que se convierte en su protector y por quien escribe la mencionada obra sobre los golpes de Estado.

A la muerte de Bagni en 1641, siguió desempeñándose como bibliotecario para un nuevo cardenal. Pero entonces Richelieu lo manda a llamar para ocupar el mismo cargo, aunque debido a su muerte en diciembre de 1642, es su sucesor, Mazarino, quien lo nombra. Juan Carlos Rey nos comenta sobre su trabajo: “Organiza la biblioteca de éste [Mazarino], que contó con más de cuarenta mil volúmenes y fue famosa por ser la primera abierta al público en Francia. Esta obra constituía el máximo orgullo de Naudé y cuando en 1651, pese a su vehemente protesta, el Parlamento de París pone en venta y dispersa la biblioteca del Cardenal Ministro, Naudé, amargado y despechado, marcha a Estocolmo a la Corte de la Reina Cristina. Pero en 1653 al enterarse de que Mazarino se propone regresar a París se dispone a su vez a volver para reorganizar su biblioteca. Sin embargo, no logra su objetivo y muere ese mismo año durante su viaje de regreso, en Abbeville” (p. 35).

Aunque hoy en día son pocos los bibliotecarios que han oído hablar de Gabriel Naudé, es importante mencionar que fue uno de los primeros en escribir un tratado sobre la materia. Lo tituló Advis pour dresser une bibliothèque (1627). Seguro fue su amplitud erudita, además de su eficaz tarea organizando bibliotecas, lo que le valió el respeto de los importantes políticos de su tiempo.

César Antonio Chumbiauca

 

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