Perú: ¿el descalabro general?

Por El referencista - julio 25, 2022


“La contrarreforma universitaria nos alerta de un descalabro general en el Perú”, dijo para el diario La República el rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, Carlos Garatea. Tiene razón: aunque el Poder Judicial haya declarado nula la decisión del Congreso de la República de modificar la Ley Universitaria, al Congreso le importa poco y ha seguido adelante publicándola en el diario oficial El Peruano.

El descalabro es evidente si miramos cómo vamos hoy con respecto a la década pasada, que, en mi opinión, fue buena para el Perú: teníamos una economía en crecimiento; la educación universitaria se puso en orden con la aparición de la Superintendencia Nacional de Educación Superior Universitaria (Sunedu) que puso en jaque a las universidades-negocio. Había un cierto empuje en ciencia y tecnología cuando se promueve la ciencia abierta con el lanzamiento del repositorio nacional ALICIA del Concytec, se financian becas para estudios de posgrado en el extranjero y se crean políticas para fomentar y sistematizar la producción de conocimiento científico.

En otros planos, apenas comenzaba la década, nuestro cine y nuestra literatura eran puestos en vitrina internacional cuando La teta asustada fue nominada a un premio Oscar y Mario Vargas Llosa fue galardonado con el Nobel de Literatura. De la gastronomía, ni qué hablar. Y en los deportes nos dimos el lujo de organizar los Juegos Panamericanos del 2019 y volvimos al fin a un mundial de fútbol. Y encima de eso, como nunca antes, pasaban por nuestro país las grandes estrellas de la historia del rock, gigantes como los Rolling Stones y los ex Beatles Paul McCartney y Ringo Starr.


¿De verdad nos estaba yendo bien o era un efecto del buen marketing de la Marca Perú? Estoy de acuerdo con quienes opinan que la prosperidad de un país no se mide por su fútbol ni por su gastronomía, que hay otros factores de mucha más importancia como la educación y la salud, y que el progreso del Perú no solo es el progreso de Lima. Además, no se puede soslayar que mientras parecía que las cosas iban bien en varios rubros, en política se había abierto una herida que gangrenaría.

Sucedió desde que Pedro Pablo Kuczynski fue elegido presidente en el 2016 y el egoísmo partidario se manifestó sin descaro por la lucha de poder. Luego vino el caso Odebrecht que enlodaba a los presidentes anteriores y una decadente clase política puesta en curules y sillones con nuestros propios votos. Y en ese trance nos cogió la pandemia y ahora nos sacude la crisis económica causada por el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania. Lo lamentable es que, en este contexto, los peruanos tenemos que liárnoslas con un gobierno vergonzoso que hiede a corrupción, con la educación sorteada entre los intereses de los congresistas, la delincuencia campante y un paro cada quince días.

Este es el mes patrio y la generación del bicentenario parece más la generación a la que le toca vivir la decadencia. Es la generación de la decadencia del Perú. No hay felices fiestas patrias.

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