Ruminatio o lectura susurrada

Por El referencista - julio 24, 2023

 


Mi suegro me contó que cuando sus hijos eran pequeños, les hacía leer periódicos porque el dinero no alcanzaba para comprar libros. Y funcionó. Solo había un detalle: les decía que leer susurrando era incorrecto, que así no se lee, que se lee en silencio. ¿De dónde sacó la idea de que susurrar era incorrecto? Así le enseñaron y así lo transmitió, pero reflexionando sobre el tema, recordé que la lectura susurrada era la más efectiva hace algunos siglos.

En la Edad Media, los monjes practicaban tres ejercicios para fortalecer su vida espiritual: la lectura (legere), la meditación (meditari) y la contemplación (contemplari)[1]. De estos, la lectura se concentraba en el estudio de la Sacra Scriptura, la palabra de Dios, y se realizaba aplicando una de estas tres técnicas: la lectura in silentio, que no era tan común; la ruminatio, en el que se murmullaba para uno mismo con el fin de asimilar mejor el texto y memorizarlo; y la pronunciatio, que estaba vinculada a la lectura en comunidad[2].

De los tres tipos de lectura, el término ruminatio es el que lleva un nombre metafórico que refiere al acto de rumiar, como hacen los animales que mastican despacio y por segunda vez el alimento que han ingerido. Y como “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mateo 4. 4), el hombre se alimenta de la palabra de Dios, a la que vuelve una y otra vez.

Ruminatio era por lo tanto masticar las palabras, mover la boca y leer en voz baja, como para sí mismo, porque en ese entonces el acto de leer estaba vinculado al acto de oír, como afirma Jean Lecrercq citado por Henri-Jean Martin[3]:

“Más que una memoria visual de las palabras escritas, resulta de ello una memoria muscular de las palabras pronunciadas, una memoria auditiva de las palabras escuchadas… Este repetido machaconeo de la palabra divina (ruminatio) se evoca a veces con el tema de la nutrición espiritual”.

Los monjes que leían de esta manera también lo hacían para memorizar. ¿Alguna vez ha leído de esta manera? Una lectura se realiza de esta forma cuando nos preparamos para responder un examen, leer un discurso o aprender las líneas de un guión. Hoy en día podemos leer en silencio, pero antes la lectura susurrada era con toda seguridad más efectiva, porque ayudaba a comprender mejor los textos ante la ausencia de todos los artilugios que se fueron creando con el paso de los siglos para leer en silencio. ¿Se imagina leer un texto sin signos de puntuación, con las letras pegadas y sin división entre párrafos? Todo eso fue inventándose con el paso del tiempo, durante la Edad Media y después con la aparición de la imprenta, en la que se fueron fijando paulatinamente las tipografías, las secciones y las divisiones que hoy en día nos parecen tan naturales.

La segunda acepción de rumiar que aparece en el DRAE es interesante: “Considerar despacio y pensar con reflexión y madurez algo”. Hay que recordar que la lectura de la Biblia obedece a una lectura de tipo intensiva (lectura reiterada de un libro), y, por lo tanto, la ruminatio tenía esa intención que daba paso a la meditación y a la contemplación.

La ruminatio, por lo tanto, era una manera de asimilar profundamente un texto, gesticulando y saboreando las palabras. Leer así no tiene nada de malo, a menos que nos encontremos en un espacio como en una biblioteca donde nuestro susurro podría desconcentrar a los demás.

César Chumbiauca Sánchez

[1] Hamesse, J. (2011). El modelo escolástico de la lectura. En G. Cavallo y R. Chartier (Eds.), Historia de la lectura en el mundo occidental. (p. 146). Taurus.

[2] https://www.ucm.es/quidestliber/ruminatio

[3] Martin, H. (1999). Historia y poderes de lo escrito. (p. 88). Trea.


Imagen principal: Dawn Hudson. "Viejo sabio". Dominio público.

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