En su artículo, Barrera nos cuenta los pormenores de la vida de Félix Cipriano Coronel Zegarra (Piura, 7 de enero de 1846 – Lima, 29 de marzo de 1897), hombre destacado en su tiempo, admirado por políticos e intelectuales en el Perú y fuera de él, y que, sin embargo, hoy es poco conocido, sobre todo porque no dejó una obra cumbre que lo trascendiera.

Coronel Zegarra manejaba muy bien varios idiomas, participó en política y era reconocido en los círculos literarios para los que se daba tiempo a pesar de su trajinada agenda diplomática. También era un conocido bibliógrafo. Barrera resalta: “El coleccionismo de Coronel Zegarra fue especial, a pesar que se concentró en reunir textos y manuscritos raros del periodo Colonial, la mayor parte de su biblioteca estuvo comprendida por volúmenes del siglo XIX. Ese gusto por los materiales poco conocidos o de difícil acceso, ya sea por su antigüedad o unicidad, es lo que lo distinguió” (p. 140).

En 1891, por su conocimiento de libros muy particulares, fue uno de los designados por el Estado para tasar la valiosa biblioteca que perteneció a Manuel de Odriozola (1804-1889), quien fuera director de la Biblioteca Nacional del Perú, dejando una biblioteca personal importante que el Estado quiso adquirir pero que terminó en manos de particulares.

Volviendo a Coronel Zegarra, fue tal su aporte en las letras, que llegó a ser designado como miembro de la Real Academia Española. No obstante, si bien publicó algunos trabajos literarios y ensayísticos, su gran apuesta fue realizar una historia de la literatura peruana, para lo cual reunió una vasta bibliografía; lamentablemente, falleció a los 51 años sin llegar a concretar su ambicioso proyecto, del que solo quedó el manuscrito que fue donado por su familia a la Facultad de Letras de la Universidad de San Marcos y luego desapareció.

Al morir, la familia puso en venta la colección íntegra. Es interesante conocer el proceso de compra que realizó el Estado peruano y las discusiones de los parlamentarios. Ricardo Palma, además, tenía mucha influencia para hacer que los asuntos de la Biblioteca Nacional sean tomados seriamente en cuenta.

Barrera relata en su artículo los reparos en el Congreso de la República sobre la compra de aquellos libros en un contexto en el que el erario nacional no estaba en tan buenas condiciones y porque algunos textos ya se encontraban en las colecciones de la Biblioteca Nacional, aunque en mejor estado, solo que la familia del bibliógrafo no quería vender solo una parte.

Al final, el Congreso aprobó destinar en el presupuesto del año 1898 quince mil soles para la compra de la biblioteca de Coronel Zegarra y dos mil quinientos soles para encuadernación, traslación y demás gastos, tal como lo había calculado Ricardo Palma. El traslado requirió que la sala de lectura estuviera cerrada durante los cinco días que duró trasladar los 1,564 volúmenes y 18 manuscritos.

Curiosa figura fue Coronel Zegarra, quien verdaderamente merece ser más difundido como un ejemplo que nos demuestra que la vida profesional y política no debe perder vínculos con las letras y la cultura, algo que hoy en día parece que se ha olvidado.

César Chumbiauca Sánchez