La absurda razón para cerrar bibliotecas municipales
Por Cesar Antonio Chumbiauca - junio 26, 2019
La gente ya no necesita las bibliotecas como antes; las nuevas generaciones leen menos y satisfacen sus necesidades de información buscando en su teléfono móvil. ¿Para qué entonces mantener las bibliotecas distritales? Si no hay lectores no sirven, en consecuencia, hay que cerrarlas ¿Qué le parece? ¿Está de acuerdo con eso?
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Por César Antonio Chumbiauca
Qué fácil resulta decir
que se debe cerrar una biblioteca porque nadie va a leer. Primero hay que
preguntarse qué está pasando. Las razones son varias: libros desfasados,
infraestructura lúgubre, poca actividad cultural, ausencia de profesionales a
cargo… No solo tiene relación con que todo está en Internet y por eso nadie las
necesita; no siempre uno va a buscar información. A Charles Bukowski un lugar
con libros lo animó a vivir:
La vieja Biblioteca Pública de Los Ángeles muy probablemente evitó que me convirtiera en un suicida, un ladrón de bancos, un tipo que pega a su mujer, un carnicero o un motociclista de la policía y, aunque reconozco que puede que alguno sea estupendo, gracias a mi buena suerte y al camino que tenía que recorrer, aquella biblioteca estaba allí cuando yo era joven y buscaba algo a lo que aferrarme y no parecía que hubiera mucho.
Cerrar o reducir
bibliotecas es no asumir la responsabilidad que tienen los burgomaestres de
defender los espacios para la educación y la cultura de sus vecinos. En abril
de este año, la jefa institucional de la Biblioteca Nacional del Perú, María
Emma Mannarelli, tuvo que pedir públicamente a los ciudadanos no dejarse quitar tales espacios de lectura por incapaces alcaldes. Un mes después, un
reportaje de Juan Guillermo Lara para el diario El Comercio reveló la
tétrica situación de la única biblioteca municipal de San Juan de Lurigancho, espejo de muchas.
Otra biblioteca, como la
de la Municipalidad de Lince en la avenida Militar, no ha sido cerrada, pero sí
mutilada. En sus buenos años ocupaba dos pisos repletos de usuarios. Incluso en
ella trabajó entre 1991 y 1994 César Castro Aliaga, autor del único libro peruano
sobre el tema: La biblioteca pública municipal en el Perú. Hoy César
Castro Aliaga es nominado merecidamente por su trayectoria profesional en los InfoAwards 2019, pero la biblioteca,
como en Casa tomada —el cuento de Julio Cortázar—, ha cedido a espacios
administrativos y otras necesidades como el policlínico municipal. Cualquiera
que pasa por ahí probablemente ni se percate de que hay una biblioteca en el
tercer piso; el letrero que da a la calle dice Moderna Biblioteca Municipal,
pero póngase bien los anteojos porque ese letrero no lo ve nadie. Seis meses
pasando diariamente y de repente un día lo vi cuando iba a tramitar una cita
médica. Eso explica por qué en la sala de lectura rara vez se ve más de diez personas.
Lino Rodríguez,
bibliotecólogo a cargo, siente desazón por la poca atención que le han dado a
la biblioteca los sucesivos alcaldes y comenta que su suerte depende del nivel
de interés cultural del partido de turno. El despido de empleados para colocar
partidarios genera inestabilidad para promover actividades que mejoren los
índices de lectura. A pesar de no tener el esplendor de antaño, la biblioteca de
Lince está mucho mejor que otras, pues tiene estantería abierta, cómodos
muebles, wifi gratis y cabinas de internet que son usadas principalmente por
adultos mayores. Lino recuerda la biblioteca de
Barranco: ser un emblema no le sirvió porque las mismas autoridades municipales
la devastaron y despojaran de sus recursos por varios años. Ante su estado
calamitoso, un grupo de voluntarios llamado Amig@s de la Biblioteca Municipal
de Barranco realizan actividades constantes y de vigilancia para evitar que no
se cometan las mismas faltas.
Ante la poca afluencia de
usuarios algunos alcaldes no salvan a las bibliotecas: las desaparecen. Los
números no se pueden discutir, pero sí las decisiones que se toman. Solo los
buenos alcaldes, los que se ponen de verdad la camiseta por sus vecinos,
lucharán para mejorar esos espacios; no las
clausurarán ni las reducirán como si se tratara de negocios poco rentables. Qué
lamentable que, teniendo pocas bibliotecas, no nos moleste tener
menos. Las bibliotecas municipales deberían ser las primeras instituciones
locales en preservar la memoria de nuestros distritos y apoyar el desarrollo educativo y cultural de la comunidad. Ojalá sepamos
defenderlas porque además es un derecho y no un favor...
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Las bibliotecas municipales son un tipo de biblioteca pública
y estas tienen características que Paola Roa explica muy bien en Cátedra del Perú
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